<< El que viva verá. Me viene la idea de que, en secreto, persigo la historia de mi miedo. O, más exactamente, la historia de su desenfreno, más precisamente aún, de su liberación. Sí, de veras, también el miedo puede ser liberado, y en ello se ve que forma parte de todo y de todos los oprimidos (....)
La mujer libre aprende a apartar sus miedos poco importantes y a no temer al único gran miedo importante, porque ya no es demasiado orgullosa para compartirlo con otras...>>
Casandra, Christa Woolf
"¿Quiénes sois vosotros para decretar quién debería seguir vuestras normas y leyes inventadas?" Layla Anwar, Mujeres en Iraq: nubes rosas y rojas
viernes, 3 de septiembre de 2010
La calandraca sólo necesitaba besos...
Estoy de quedada con "mi" antiguo grupo de afines. "Mi" gente de hace más de 8 años, cuando estaba en la veintena...
Hablan y hablan. Interaccionan. A veces también conmigo, pero tiendo a retirarme de las conversaciones y miro...
Saco el cuaderno justo cuando una persona está dando un número de móvil que los demás apuntan. Pero mi cuaderno no es para apuntar eso. Es que me ha dado por escribir esto que ahora mismo tecleo. Porque justo antes del momento 'apuntad el móvil' yo estaba pensando: "ya no tengo nada que ver con ellos"... Y sacaba mi cuaderno para lanzarme a escribir... en mitad del bar, entre sus voces... entre tu detalle de hacer que repitan el móvil porque ves que saco mi cuaderno y así me da tiempo a apuntarlo... porque no sabes que no saco el cuaderno para eso, sino para esto:
"No tengo nada que ver ya con ellos...
Contigo, que leerás esto, sí. Todavía, y paradójicamente, sí. Quizás por eso estuvimos juntos.
Cuando 'rompimos', todos ellos tomaron parte. Poca gente no lo hizo. Y con esa gente sí sigo teniendo que ver. Pero hoy, como tantas otras veces, no. Con ellos, no. Ya, no.
Siempre me digo que no volveré a quedar. Pero estás tú. Y me gusta ver que seguimos teniendo cosas en común, afinidad.
A pesar de todo.
Y que sigo odiando todo lo que odiaba de ti. Entonces no era óbice para estar contigo. Hoy sí lo sería. Pero no lo suficiente como para sentirme fuera de lugar contigo.
Contigo no me siento fuera de lugar.
Como entonces, y esa es la certeza que me ha hecho agarrar el cuaderno y ponerme a escribir en mitad del bar, tú le das sentido a mi presencia en este grupo.
Sin más: sin tí mi presencia en este grupo no sería, no estaría. Igual que entonces...
La certeza y el paso del tiempo me han hecho estar tranquila. Reirme de la realidad. Mirarlos ajenos.
Ya no duele.
Y sobre todo que aprendí a que-cómo-por qué no me volvería a pasar...
Sólo quería que lo supieras. Porque sé que leerás esto en algún momento...
Dejo de escribir y te miro. Una vez más: tú hablas con tu voz fuerte, tus manos gesticulantes, tu mirada firme y clara o ya un poco enturbiada por el alcohol... El tema es banal. Pero da igual. Porque ellos te escuchan...
Mientras, yo escribo.
Y me río.
Ensimismadaenmimisma, escribo...
PD: la calandraca, ese monstruo imaginario con forma de tu mano que te inventaste para los hijos de tus amigos que hace tiempo creí ingenua que eran los míos, la calandraca -decía- sólo necesitaba besos para dejar de agarrarles la barriga y asustarles con sus (tus) gruñidos de ultratumba. recogiste la que fue mi única intervención en el juego para que pudieras descansar, escapar de los tiranos en forma infantil que no sabían ni podían ver que andabas ya cansado del juego... ¿Sabéis cómo parar a la calandraca? - les dije - Le tenéis que dar besos. Pero no querían que estuviera tranquila y feliz, y seguían dando puñetazos a la calandraca en forma de tu mano. Más tarde tú insistirías en la idea: quiere besos. Pero ellos seguían pegándole(te). Así que se los diste tú. Paraste. Ya no querías más y la besaste, porque eso era lo que necesitaba para cambiar y dejar de gruñir y agarrar barrigas y recibir puñetazos...
PD2: la gente aguanta y aguanta, carlitos, la gente se enfada y se queja, sí, pero efectivamente, como me comentabas (ahora sí, con la mirada llenita de cervezas) la gente no cambia las cosas, no cambia las situaciones, lo que le rodea... y es que aunque la calandraca necesite besos, la costumbre, lo que va de suyo es que calandraca sea así: un bicho que no controlamos, que nos agarra la barriga y nos gruñe con voz de ultratumba... ¿Para qué le vamos a dar besos? Las cosas, la calandraca, son así..."
Ahora en casa, frente al ordenador una vez que he terminado de teclear lo que escribí en el cuaderno, pienso en que no sé por qué te dio por llamar a tu mano (en ese ataque del llamado "síndrome de la mano extraña") calandraca... pero el caso es que la palabra Calandraca existe... y hasta hay alguien por ahi que se hizo un blog con tan polisémica palabra...
Y para postre:
Hoy sé que seguiré yendo a estas ya escasas quedadas grupales, carlitos... es sano saberse (por fin!) sinsentido por una misma en un espacio de relaciones y no huir a pesar de ello... :-) besos! calandraco! ;)
Por cierto, esta canción podría ser para ti... (ya no me saldría cantarte nada en directo. Ahí es donde se nota la ruptura, mi cansancio, pero sí me sale ponértela aquí) (para ti...)
Hablan y hablan. Interaccionan. A veces también conmigo, pero tiendo a retirarme de las conversaciones y miro...
Saco el cuaderno justo cuando una persona está dando un número de móvil que los demás apuntan. Pero mi cuaderno no es para apuntar eso. Es que me ha dado por escribir esto que ahora mismo tecleo. Porque justo antes del momento 'apuntad el móvil' yo estaba pensando: "ya no tengo nada que ver con ellos"... Y sacaba mi cuaderno para lanzarme a escribir... en mitad del bar, entre sus voces... entre tu detalle de hacer que repitan el móvil porque ves que saco mi cuaderno y así me da tiempo a apuntarlo... porque no sabes que no saco el cuaderno para eso, sino para esto:
"No tengo nada que ver ya con ellos...
Contigo, que leerás esto, sí. Todavía, y paradójicamente, sí. Quizás por eso estuvimos juntos.
Cuando 'rompimos', todos ellos tomaron parte. Poca gente no lo hizo. Y con esa gente sí sigo teniendo que ver. Pero hoy, como tantas otras veces, no. Con ellos, no. Ya, no.
Siempre me digo que no volveré a quedar. Pero estás tú. Y me gusta ver que seguimos teniendo cosas en común, afinidad.
A pesar de todo.
Y que sigo odiando todo lo que odiaba de ti. Entonces no era óbice para estar contigo. Hoy sí lo sería. Pero no lo suficiente como para sentirme fuera de lugar contigo.
Contigo no me siento fuera de lugar.
Como entonces, y esa es la certeza que me ha hecho agarrar el cuaderno y ponerme a escribir en mitad del bar, tú le das sentido a mi presencia en este grupo.
Sin más: sin tí mi presencia en este grupo no sería, no estaría. Igual que entonces...
La certeza y el paso del tiempo me han hecho estar tranquila. Reirme de la realidad. Mirarlos ajenos.
Ya no duele.
Y sobre todo que aprendí a que-cómo-por qué no me volvería a pasar...
Sólo quería que lo supieras. Porque sé que leerás esto en algún momento...
Dejo de escribir y te miro. Una vez más: tú hablas con tu voz fuerte, tus manos gesticulantes, tu mirada firme y clara o ya un poco enturbiada por el alcohol... El tema es banal. Pero da igual. Porque ellos te escuchan...
Mientras, yo escribo.
Y me río.
Ensimismadaenmimisma, escribo...
PD: la calandraca, ese monstruo imaginario con forma de tu mano que te inventaste para los hijos de tus amigos que hace tiempo creí ingenua que eran los míos, la calandraca -decía- sólo necesitaba besos para dejar de agarrarles la barriga y asustarles con sus (tus) gruñidos de ultratumba. recogiste la que fue mi única intervención en el juego para que pudieras descansar, escapar de los tiranos en forma infantil que no sabían ni podían ver que andabas ya cansado del juego... ¿Sabéis cómo parar a la calandraca? - les dije - Le tenéis que dar besos. Pero no querían que estuviera tranquila y feliz, y seguían dando puñetazos a la calandraca en forma de tu mano. Más tarde tú insistirías en la idea: quiere besos. Pero ellos seguían pegándole(te). Así que se los diste tú. Paraste. Ya no querías más y la besaste, porque eso era lo que necesitaba para cambiar y dejar de gruñir y agarrar barrigas y recibir puñetazos...
PD2: la gente aguanta y aguanta, carlitos, la gente se enfada y se queja, sí, pero efectivamente, como me comentabas (ahora sí, con la mirada llenita de cervezas) la gente no cambia las cosas, no cambia las situaciones, lo que le rodea... y es que aunque la calandraca necesite besos, la costumbre, lo que va de suyo es que calandraca sea así: un bicho que no controlamos, que nos agarra la barriga y nos gruñe con voz de ultratumba... ¿Para qué le vamos a dar besos? Las cosas, la calandraca, son así..."
Ahora en casa, frente al ordenador una vez que he terminado de teclear lo que escribí en el cuaderno, pienso en que no sé por qué te dio por llamar a tu mano (en ese ataque del llamado "síndrome de la mano extraña") calandraca... pero el caso es que la palabra Calandraca existe... y hasta hay alguien por ahi que se hizo un blog con tan polisémica palabra...
Y para postre:
Hoy sé que seguiré yendo a estas ya escasas quedadas grupales, carlitos... es sano saberse (por fin!) sinsentido por una misma en un espacio de relaciones y no huir a pesar de ello... :-) besos! calandraco! ;)
Por cierto, esta canción podría ser para ti... (ya no me saldría cantarte nada en directo. Ahí es donde se nota la ruptura, mi cansancio, pero sí me sale ponértela aquí) (para ti...)
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