<< El que viva verá. Me viene la idea de que, en secreto, persigo la historia de mi miedo. O, más exactamente, la historia de su desenfreno, más precisamente aún, de su liberación. Sí, de veras, también el miedo puede ser liberado, y en ello se ve que forma parte de todo y de todos los oprimidos (....)
La mujer libre aprende a apartar sus miedos poco importantes y a no temer al único gran miedo importante, porque ya no es demasiado orgullosa para compartirlo con otras...>>

Casandra, Christa Woolf


"¿Quiénes sois vosotros para decretar quién debería seguir vuestras normas y leyes inventadas?" Layla Anwar, Mujeres en Iraq: nubes rosas y rojas



viernes, 25 de diciembre de 2009

islas...

Es curioso, pero me vi medio-recuperada de mi lumbalgia para ¡zas! verme sumergida en las comidas y cenas que se acostumbran por estas fechas. Dos, concretamente. Una, que es sobre la que me ha salido escribir, fue con las ex-compañeras de un curro en el que estuve en 2001 y en 2006: seis meses de contrato a media jornada de esos del INEM que dicen que son para insertar a la gente en paro (ja! ja! ja!)
Me siento como una extraterrestre en esos espacios (las comidas y cenas navideñas, digo, que lo de los contratos de inserción ya ni te cuento!!!!) y año tras año me pregunto por qué sigo exponiéndome a ellos... ¿será que me gusta escuchar esas conversaciones acerca de la miseria de los salarios en boca de funcionarios públicos  que al obtener la plaza pidieron una excedencia para trabajar en otro sitio, y se han dado cuenta de lo mal que está el sector privado, y ays! ahora qué van a hacer porque no pueden volver al puesto?, ¿será que me gusta seguir observando la superficialidad de multitud de temas que surgen en la mesa?... No existe Aminetu Haidar. No existen los enfrentamientos en Atenas. No existen las  jornadas de Granada, ni las de Donosti... No existe una voluntad de vivir de otra manera, de cambiar lo que les rodea...
¿pa qué?... ¿no?

Cuando salgo del restaurante, estoy en pleno Callao-Sol. Aglomeraciones consumistas me rodean. Acelero el paso aunque no mucho por aquello del dolorcillo en la espalda que me da cuando lo hago y me recuerda que debo estarme quietita y relajadita... De repente me alcanza Candy-candy en versión nuevo contrato del INEM-insertagente: una chica que está trabajando este año en el mismo puesto que ocupé yo (y otras tantas personas por cada contrato de seis meses) y que me acompaña en dirección Sol. Le encantan las luces navideñas y el ambiente que nos rodea. No puedo más que abrir mucho los ojos, mientras esquivo bolsas y gente hablando por el móvil, y decir en voz queda: "pues yo lo que pienso cuando veo las luces estas navideñas es en el montón de gente que no tiene electricidad, en el despilfarro energético que supone, etc. etc. etc." La respuesta no se hace esperar: "ays!!!! no me lo chafes!!!! que a mi me hace mucha ilusión verlo así!!!!"
Ojos que no ven, corazón que no siente. Dicen.
Y lo dejo. Al fin y al cabo no la conozco. No la voy a volver a ver. El año que viene habrá otro contrato insertagente en su lugar y seguramente ella no vuelva por allí. Lo mío, lo de estar dos años distintos ha sido puritita casualidad. Y eso, sumado a que hay gente allí a la que le tengo mucho aprecio a pesar de todo, es lo que hace que vuelva año tras año a la comida navideña.
Mientras bajamos por Preciados, y una vez que yo he aflojado y he dejado de chafarle la alegría navideña a esta chica, se dedica a contarme sus dificultades en el puesto de trabajo, y lo que espera, y cómo para ella su prioridad son sus niños, que por eso no tiene experiencia laboral y este contrato le ha venido muy bien...  Y vuelve a elogiar el ambiente consumista, uy! digo: navideño. Sonríe. La miro y, definitivamente, lo que veo es a Candy-candy en versión morena... "No me lo chafes" me pedía.
"No me lo chafes..."

El día siguiente estoy en la huerta todo el día. Nada como un poco de trabajo físico, frío, y contacto con la tierra húmeda y las hortalizas (bueno, los proyectos de hortalizas, que aún no ha crecido na!) para olvidarse de Candy-Candy y la marea humana que invade Sol por estas fechas. Una isla. En mitad de la nada. Sin luces. Sin bolsas rellenas de regalos.

Y luego me voy a la cena que han organizado unas compañeras de un centro social okupado para que nos contemos Granada y Donosti. Para compartir... Y me quedo allí a dormir. Otra isla.

De repente, en mitad de la cena me acuerdo de Candy-candy y Preciados...  Y me da por echarme a reir. Es el contraste.

No necesito sólo "la huerta".

Las necesito a ellas, a mis compañeras y amigas. Mi manada. A mi gente, a mis chicos amados, en mi cotidiano, luchando por cambiarse y cambiar lo que les rodea...

Es el contraste lo que necesito. Con toda su fuerza...

Bendito contraste.

Gracias por estar ahí, chiks... ;-)

Y os dejo unas cuantas lecturas (mucho más que) interesantes:

http://helenlafloresta.blogspot.com/2009/12/aminatu-haidar-la-poderosa.html

http://heroinadeloperiferico.blogspot.com/2009/12/hoy-he-ido-un-mercado-de-artesania.html

http://hastalalimusinasiempre.blogspot.com/2009/12/abolicionistas-go-home.html


Aaaaaauuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!


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