<< El que viva verá. Me viene la idea de que, en secreto, persigo la historia de mi miedo. O, más exactamente, la historia de su desenfreno, más precisamente aún, de su liberación. Sí, de veras, también el miedo puede ser liberado, y en ello se ve que forma parte de todo y de todos los oprimidos (....)
La mujer libre aprende a apartar sus miedos poco importantes y a no temer al único gran miedo importante, porque ya no es demasiado orgullosa para compartirlo con otras...>>

Casandra, Christa Woolf


"¿Quiénes sois vosotros para decretar quién debería seguir vuestras normas y leyes inventadas?" Layla Anwar, Mujeres en Iraq: nubes rosas y rojas



jueves, 19 de diciembre de 2013

Ardiendo juntas...

Acabar a las 2:00 de la mañana de chatear con una nueva "sistah", charlando de relaciones abiertas y diversas y las gestiones...
Las gestiones sobre todo de lo que te viene de fuera, de unxs otrxs en relación, pero que se emperran en competencias, prepotencias e inseguridades devenidas mal trato...

Meterte en el blog (cuando era lo primero que querías hacer nada más llegar a casa) porque vienes emocionada de saberte transitando un (de)nuevo paraje desconocido... en forma de persona in-vestida (cuando era pequeña) con nombre de muñeco destroyer...
y quieres leerle un poema. Todos los poemas... Porque de destructiva intenta, ¡anhela(s)!, que le quede sólo aquella investidura (lejana, ajena, unaotraqueyanoesella)...

Ardimos juntas
De Olalla Castro Hernández ("La vida en los Ramajes")

Nos quemaron por miedo a nuestros ojos,
a la Verdad punzante que trepaba
por muslos, senos, vientres y caderas.
Ardimos juntas,
de todo padre huérfanas,
aullando de libertad a plena luna.
Y ni en el último instante,
cuando un dolor atroz
nos quemaba las sienes,
dudamos del poder de nuestras bocas.
Fuimos brujas.
Engendramos los verbos insurgentes
y bailamos sin música ni oídos.
Removimos los mejunjes que podían
devolvernos la voz, los pies, las alas.

Y ellos,
postrados ante sus cruces milenarias,
temblaron.
Vestidos con sus túnicas de jueces,
temblaron.
Subidos a sus púlpitos de mármol,
temblaron.
Sobre nuestros cuerpos desnudos,
al forzarnos,
temblaron.
El miedo, que rompe todo cuanto encuentra,
atravesó sus huesos
duros como rocas
y no cedió hasta que fuimos ceniza,
polvo, ascua.


Fuimos brujas. Amantes. Compañeras.
Y ardimos juntas, mientras ellos temblaban.


Atrás queden las partes de ti que no se atreven a atreverse a amar...
Vengan entonces quienes sienten vértigo pero ¡osan! atravesarse los sentidos...
y transitar...


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