<< El que viva verá. Me viene la idea de que, en secreto, persigo la historia de mi miedo. O, más exactamente, la historia de su desenfreno, más precisamente aún, de su liberación. Sí, de veras, también el miedo puede ser liberado, y en ello se ve que forma parte de todo y de todos los oprimidos (....)
La mujer libre aprende a apartar sus miedos poco importantes y a no temer al único gran miedo importante, porque ya no es demasiado orgullosa para compartirlo con otras...>>

Casandra, Christa Woolf


"¿Quiénes sois vosotros para decretar quién debería seguir vuestras normas y leyes inventadas?" Layla Anwar, Mujeres en Iraq: nubes rosas y rojas



viernes, 12 de febrero de 2010

"biografía de un hombre con miedo..."

He ido a desayunar al bar de siempre. Bar de barrio, bar cutre, bar territorio de hombres según la hora a la que entres...
Muchas veces entro y soy la única mujer que anda por allí.
O soy la única mujer joven.
O soy la única mujer que va sola.
A veces entran unas otras también solas, con la mirada perdida, el cigarro en la mano consumiéndose lentamente, como ellas...
Como ellos también a veces...
Hoy me ha cogido por banda uno de los habituales del lugar. "Siéntate aquí conmigo, anda!!!", me ha dicho.
Y eso he hecho.
Y ha empezado a hablar... De quién era él de joven. De que se casó. De que trabajaba aquí y allá. De que lo colocó Adolfo Suárez cuando se quedó en paro, porque él conocía a Adolfo Suárez, ya ves... De que ha trabajado de voluntario en la reconstrucción del retablo de la iglesia del barrio, la de San Cayetano... De que él podía ser dueño de tal y cual tienda, pero que no quiso. De que tiene tres pisos. De que ahora que está jubilado se aburre un poco...
"¿Te divorciaste?" se me ocurre preguntar. Porque no me ha contado nada de eso. Porque todo era empleo y posesiones, y gente de renombre a la que él conoce...
"Si... -me dice- Tendría que haberla matado yo a esa mujer... El primer mes bien, pero a partir de ahí... La golfa! iba mirando a otros cuando estaba conmigo."
E insiste mientras pega un sorbo al anís  y me mira: "Tendría que haberla matado..."


Poco después entra otro señor de los habituales: el señor Andrés. Va con bastón y camina muy muy despacito.
Siempre que me ve acompañada de algún chico me pregunta que si es mi novio.
Siempre le contesto que sí, y así debo llevar ya unos 15 "novios" diferentes... Además siempre le digo que en realidad tengo 2, pero claro, no me cree y piensa que es broma, y así seguimos... con la coña cada vez que me ve...
Hoy entra justo cuando salgo y me doy cuenta de que detrás debo llevar a un señor que también sale del bar porque el señor Andrés me dice: "¿Este también es tu novio?". Miro y allí está: un señor de unos 50 años a quien no conozco ni de vista. "Si. Ya ves, otro más. Ay! señor Andrés que no le van a quedar hombres con los que relacionarme a este paso".
Y le doy dos besos para irme.
De repente, mi "novio" suelta: "ha conseguido usted lo que yo no he logrado en 4 años de relación que llevamos!!!"
El beso, claro.
Ha conseguido.
Él no lo ha logrado.
Yupi!. Mis besos son algo que se logra.
No conozco al señor. Paso. Otro hombre en este atracón de hombres de hoy... así que cojo la puerta del bar cutre de barrio, y hoy, me voy...



Por la tarde veo a mi amigo Antonio (mi lindo y querido Toño :o) ), que me enseña este poema de Piedad Bonnett:

<< Biografía de un hombre con miedo

Mi padre tuvo pronto miedo de haber nacido.
Pero pronto también
le recordaron los deberes de un hombre
y le enseñaron
a rezar, a ahorrar, a trabajar.
Así que pronto fue mi padre un hombre bueno.
(“Un hombre de verdad”, diría mi abuelo).
No obstante,
—como el perro que gime, embozalado
y amarrado a su estaca— el miedo persistía
en el lugar más hondo de mi padre.
De mi padre,
que de niño tuvo los ojos tristes y de viejo
unas manos tan graves y tan limpias
como el silencio de las madrugadas.
Y siempre, siempre, un aire de hombre solo.
De tal modo que cuando yo nací me dio mi padre
todo lo que su corazón desorientado
sabía dar. Y entre ello se contaba
el regalo amoroso de su miedo.
Como un hombre de bien mi padre trabajó cada mañana,
sorteó cada noche y cuando pudo
se compró a cuotas la pequeña muerte
que siempre deseó.
La fue pagando rigurosamente,
sin sobresalto alguno, año tras año,
como un hombre de bien, el bueno de mi padre.>>



Mis hombres de bar...
mis buenos hombres de bien del bar...
Qué complicado se me hace la más de las veces sentir empatía por ese vuestro miedo...

2 comentarios:

la_maki dijo...

Buenaas!! esta guapo tu blog eehh te vicia jaja e leido hasta la entrada 1 de enero o asi y pienso seguir leyendo ( voy de la primera a la ultima entrada) y no es de los blog que hay por ahi que intentan ser bueno y no valen nada...Este te hace pensar y reflexionar sobre muchas cosas jeje asi que no pares de escribir eeh!! Saludos!!

Pat dijo...

muchas gracias :-)

a ver si te animas tú con los tuyos y escribes más!!!!

un abrazo y gracias de nuevo, que le digan estas cosas a una animan a seguir escribiendo! hasta pronto...