<< El que viva verá. Me viene la idea de que, en secreto, persigo la historia de mi miedo. O, más exactamente, la historia de su desenfreno, más precisamente aún, de su liberación. Sí, de veras, también el miedo puede ser liberado, y en ello se ve que forma parte de todo y de todos los oprimidos (....)
La mujer libre aprende a apartar sus miedos poco importantes y a no temer al único gran miedo importante, porque ya no es demasiado orgullosa para compartirlo con otras...>>

Casandra, Christa Woolf


"¿Quiénes sois vosotros para decretar quién debería seguir vuestras normas y leyes inventadas?" Layla Anwar, Mujeres en Iraq: nubes rosas y rojas



jueves, 19 de noviembre de 2009

¿salir de la anestesia...?

Nagore Laffage. Una sentencia infame.
Llevo varios días pensando en ello.
Sin escribir, sin hablar de ello. Con nadie. No sabía por qué... hasta hoy.
El día que escuché la sentencia sí hablé. De mi boca salió la incredulidad que sentía más que pensaba. Lo dije en voz alta a la que terminaban de dar la noticia. Mi compañero, uno de mis queridos compañeros del día a día, hizo recaer su atención sobre que los jurados populares en España suelen hacer esto: rebajan las penas, no aplican la sentencia "más dura", y sobre que en este estado la mayoría de la población está en contra de la pena de muerte. Y que se alegra y le tranquiliza. Yo le miro... Estoy como anestesiada. En este caso no es eso lo que  me importa o deja de importar, le digo... en este caso no puedo perderme en ese tipo de reflexiones.
Es rico.
Es médico.
Es hombre.
Y ha torturado y matado a una mujer.
Y el jurado ha considerado los 'atenuantes'. El alcohol. El arrebato. La preocupación por su carrera. Se le nubló el juicio, dicen, como se decía antaño (y por lo que parece, no tan antaño) en los llamados 'crímenes pasionales'... Y hasta le disminuyen la  condena a cambio de pagar "daños" (o como quiera que se diga..., que creo que lo llaman "en concepto de reparación", que suena igual o peor)

Increíble.
Pero ahí me quedé, anestesiada, con una primera conversación en la que en vez de encontrar la cerilla para mi ira, encontré una reflexión sosegada de quien, por mucho que le quiera, no se ve atravesado por esta mi rabia y dirige su atención hacia otros lados... Como mucha otra gente en esta sociedad o en los movimientos sociales, o en donde sea...

Y pasaron los días... y seguí sin escribir, sin expresar mi indignación... Sin hacer nada...

Pero hoy recibí un mail de mi amiga Ana con un artículo de Itziar en Gara. Y al buscar en la Inet más cosas, encuentro un escrito de Isabel Alba  en Rebelión.

Y esas son mis cerillas, las conversaciones y reflexiones pendientes para que mi interior arda y salga de la anestesia... Les recomiendo que los lean. Los dos.

Menos mal que alguien escribió con lucidez, rabia e indignación de ello.

Sin embargo... me produce mucha inquietud mi propio silencio, y el de mis compañeras. Todas nosotras. No sé si es que he sido yo que no me he enterado, pero hasta el mail de Ana en mi correo electrónico, no he hablado con nadie de Nagore, de la infamia de la sentencia. Aunque lo llevaba dentro.  Y no lo entiendo. Me dejé anestesiar (¿me autoanestesié?) y al final sí que me perdí en esas reflexiones, porque me recuerdo contándole a alguien aquello de los jurados populares en España... Pero estoy rodeada, por suerte, de compañeras feministas, de mujeres fuertes que decimos "no" cuando no nos apetece, y sí si también, y proponemos cuando queremos, y disfrutamos y nos vamos trabajando eso de la reapropiación de la sexualidad y nuestros cuerpos... ¿Qué pasó? ¿No nos toca esta sentencia? ¿Nos hemos acostumbrado también nosotras a que nos maten, a vivir con miedo, a que salga una sentencia así y no armarla bien gorda?...
¿Acaso tan cansadas y gastadas estamos?

Es tarde, esto no es más que un espacio virtual y apenas veo la pantalla cegada por las lágrimas. El camarero aquel decía que él no era machista, ¿recuerdan?. Era mi anterior entrada. Que él no era machista, pero que las mujeres tenemos que ser algo sumisas, tener mano izquierda, que si no, mira lo que nos pasa... Esta sentencia le da la razón. Mira lo que nos pasa: decimos que no, y él, en un "arrebato," "preocupado por su carrera y cegado por el alcohol",  la mata. Pero no ha sido un asesinato...

Increíble. Sin más.