<< El que viva verá. Me viene la idea de que, en secreto, persigo la historia de mi miedo. O, más exactamente, la historia de su desenfreno, más precisamente aún, de su liberación. Sí, de veras, también el miedo puede ser liberado, y en ello se ve que forma parte de todo y de todos los oprimidos (....)
La mujer libre aprende a apartar sus miedos poco importantes y a no temer al único gran miedo importante, porque ya no es demasiado orgullosa para compartirlo con otras...>>

Casandra, Christa Woolf


"¿Quiénes sois vosotros para decretar quién debería seguir vuestras normas y leyes inventadas?" Layla Anwar, Mujeres en Iraq: nubes rosas y rojas



martes, 16 de septiembre de 2008

de obras sociales y otras hipocresías...


Suena la música de 'We will rock you' de Quenn. Una voz femenina se emperra en repetir esas palabras: 'we will rock you', a la que en castellano te suelta que te lo van a demostrar, que ellos pueden, como todos... Insiste: que pueden, como cualquiera. Y el logo de Caja Madrid y su 'obra social' vuelve a aparecer tras un spot que viene a decir que ellos pueden porque 7 millones de clientes quieren. Hace tiempo fue una chica en silla de ruedas que bailaba con cuatro tipos que se dedicaban a dar saltos a su alrededor, y al parecer trataban de meter cierta tensión sexual en torno a ella: la chica, rodeada de cuatro chicos bailando con ella aunque iba en silla de ruedas. Seguro... Ahora son un grupo de chicos y chicas con Síndrome de Down, que visten como rockeros y se marcan un corto número con la música de Quenn adaptada a su 'podemos'...
Quizás no habría escrito ninguna entrada. Es como que una termina por anestesiarse frente a estas cosas, como los 'kilos de ayuda' que se venden en las tiendas y que destinan el dinero a 'proyectos de solidaridad', y que ponen la imagen de un niño (o una niña, da igual) con Síndrome de Down, fácilmente reconocibles, casi que como logo... Prefieres no hacer caso... (bueno, a veces vas y te encuentras con que tu madre le espeta a la dependienta de una de esas tiendas que si va a darle algo de ayuda a ella, con el niño, mientras acerca a mi hermano, tan reconociblemente Síndrome de Down como el niño de la foto, al mostrador... Y te ríes, porque, ante el argumento de que no es para una sola persona, sino que se destina a proyectos, amenaza, tu madre, con traer al resto de compas del cole de César, sobre todo a los que se quedan en el cole el fin de semana porque no tienen familia que vaya a buscarles... Y sigue protestando...)
Y decía que no iba a escribir ninguna entrada. Pero es que hoy van y sacan un reportaje de los protas del anuncio (de los anuncios, en realidad, que resulta que hay varios como he podido comprobar en su web...) de Caja Madrid. Y la reportera insiste en que qué majos, que pueden, que son como cualquiera. Y le preguntan a los compañeros de trabajo de la moza... 'Es un encanto' 'Muy ordenadita' Y que nunca se enfada por ir a trabajar, que da gracias por poder hacerlo, que es muy modosita... y que ayuda a todo el mundo, demostrando lo necesaria que es... Y entonces me hierve la sangre. Me enfado. Ya no es que usen la imagen de los niños con Síndrome de Down porque a esos se les reconoce por fin. Ni siquiera es que lo usen para llegarte a no sé muy bien qué conciencia (lo llevan haciendo siglos con otras imágenes tipo niños negros de grandes ojos con barrigas hinchadas y moscas por toda la cara...). Es la insistencia en que pueden, en que son como cualquiera y nos lo van a demostrar, a la que todo el mundo alaba que esa chica pueda ir a trabajar...

Será que he crecido con un niño con Síndrome de Down que no utiliza el lenguaje hablado, ni se aprende guiones de spots publicitarios, al que hubo que enseñar a bajar las escaleras o a que se masturbarse en su habitación, no en mitad del salón... Será por eso, o porque me indigna enormemente que una Caja de Ahorros venida a Banco me trate de vender la asimilación de las personas con diversidades funcionales... Porque lo que canta la chica es que van a hacerlo igual que los demás... ¿Los demás? ¿Igual? ah! sí! la referencia: los seres humanos normales y capacitados perfectamente para esto otro:





Esa es la normalidad que venden, la de que se puede. Por supuesto. Y si ellos quieren estar es porque sean válidos, como los demás, eso sí, a la altura de sus posibilidades... no vayan a ponerse a dirigir Caja Madrid, que ya ves...
Creo que voy a adoptar la estrategia de mi madre: estoy por ir con mi hermano y un montón de compañeros de su cole (de esos que no tienen síndromes reconocibles, sino babas que caen, manos torcidas y 'abrazos exagerados' de los que no te sueltan...) a Caja Madrid, a que nos canten eso de que pueden. Iba a ser divertido... Pero ¿saben cual es el problema? Que soy yo la que decidiría que va para allá con ellos e instrumentalizaría en otro sentido sus cuerpos, su existencia... A mi hermano, y a muchos como él, se la refanfinfla si un banco usa su imagen para vender aún más... no les importa si, con "ellos" hacen un spot tan, tan diferente al anterior:





"Siplemente" son. Están. No tienen nada que demostrar... ¿por qué habría que hacerlo? Pero los mozos y mozas del anuncio ya están ahí: en el 'lo vamos a demostrar'... La reportera le pregunta al chico protagonista por si liga mucho con esto de haber salido por la tele. Resulta que tiene novia. Llevan tres años juntos, y trabaja en la misma empresa que él, en una cadena de montaje. La reportera, pícara, le pregunta: '¿y no tienes miedo de que ahora que se ha hecho famoso te lo quiten?' No, contesta ella. Y la reportera les pide que se den un besito. Sus particulares monos de feria. Modositos. Currantes. Deficientes, retrasados, tullidos, lo suficientemente distinguibles, pero sin resultar aversivos... que pueden... como cualquiera...

...malditos hipócritas de re!mierda...

jueves, 4 de septiembre de 2008

pesadillas...


Últimamente paso mucho tiempo delante del ordenador, escribiendo un informe interminable sobre una investigación inexistente (sí, de verdad, una arroja su mirada y construye problemáticas que en nada se asemejan a lo que están esperando de una cuando la encargan el proyecto... Y entonces, la mirada de una y lo que construye como problema no lo es... o es como si no existiera... y claro, como que no apetece escribir...), y bueno, a veces paro y miro la tele, o riego las plantas, o hablo con personas queridas... Hoy tocó mirar el telediario (quién me mandará! porque entonces voy y escribo en el blog...) y eso: pesadillas. Pesadillas de feminista... La Ministra de Igualdad que anuncia un cambio en la ley del aborto... (a ver cuándo podemos conseguir que no se legisle, que se despenalice, que no lo recojan, que nos dejen en paz...) Y la de Guerra, uy! digo: la de "Defensa", que ayer conmemoró los 20 años de incorporación de 'la mujer' en el ejército, y que hoy supervisaba no sé qué maniobras de no sé qué maquinas de matar gente, uy! digo: de defensa, eso, de defensa de gente... Pesadillas.
Siempre fui consciente de que el hecho de que pertenezcas a la categoría 'mujer', o que tengas cuerpo 'mujer', o que... (ya saben, el lenguaje se me queda corto cuando quiero hablar de cualquiera de una de las dos dicotomías: 'hombre'/'mujer', ¡benditas Monique Witting, Judith Butler, y tantas otras, pero sobre todo: bendita Anne Fausto-Sterling!!! :-) ), decía eso: que siempre tuve claro que "ser mujer" no te garantizaba en absoluto ninguna esencia que de por sí fuera a cambiar el sistema patriarcal, de dominación masculina, heterodesignado, etc. etc. Antes al contrario: formamos parte, muy-mucho, de ese sistema... pero claro... en 1988 todavía podías permanecer en los márgenes por el hecho de ser mujer y convertir eso en herramienta de cambio (Virginia Woolf, 'Tres Guineas', publicado en 1938...) Hoy ya no. Cada vez más ese icono creado en aras de no sé qué igualdad: '"la mujer", aparece por todas partes... Cada vez es más difícil seguir sintiendo, viviendo! la opresión de género (sí, justo esa que se te viene encima por el puritito hecho de "ser (cuerpo) mujer"... y que luego se ve aderezada en función de si tienes dinero o no, si tienes un color de piel u otro y estás en un país u otro, etc. etc. etc.) y a la vez no poder transmitirle a la gente que no se trata de estar ahí, en el mundo androcéntrico...
¿Saben...? Porque mi barrio está lleno de mujeres... Y esta vez no hablo de una categoría, hablo de personas de carne y hueso, atravesadas, vividas, vivientes... Y no son ministras, ni ricas, ni trabajan en grandes multinacionales (salvo para limpiar sus oficinas...). Ellas entran en el bar y hablamos de cous-cous, o del blusón que se ha comprado la María. Se tiñen el pelo con tinte de supermercado, tienen cáncer de mama que superan gracias a dios, y cuidan del hijo de la Fátima que ha ido a una entrevista de trabajo... No les importa si la Chacón (esa, la de 'Defensa') estaba embarazada y al poco de estar en el cargo se cogió la baja por maternidad; en todo caso: ¡a quién se le ocurre, en su estado! Pero algo les pasa, y no tienen muy claro qué es... Se sienten poca cosa, ninguneadas, aplastadas... No les importa el mundo ese de la política, ni la economía, ni si el aborto está legislado o no... No hay que abortar, y punto. Pero se sienten poca cosa... Te lo dicen bajito, en mitad de la conversación, casi sin que te des cuenta: 'yo que voy a saber de eso, hija...' 'es que a mi marido no le gusta que lleve ropa ligera, me entiendes?' 'y qué le vamos a hacer? hay que vivir, hay que seguir adelante...'
También las hay de esas que de engrandecidas que van, pululan por el mundo aplastando a los demás... esas que te critican por cómo vas vestida, o que miran por la mirilla de la puerta cuándo sales, entras y si hoy vienes con uno y ayer con otro... Tengo muchos compañeros y compañeras de militancia que no las soportan, a esas, a las 'viejas cotillas de barrio' No las soportan. Claro.
Y niñas adolescentes. También las hay. Cuerpos en proceso de expropiación (si es que alguna vez fueron propios...) Porque en mi barrio las chicas siguen llegando a la Peluquería o al Zara como opción principal de empleo, y encima tienen que pensar que eso no es importante... Pero no nos preocupemos... en un futuro, estaremos en todas partes, en las importantes para la Economía (con 'E' mayúscula): las Fuerzas Armadas, la Construcción, los Transportes... Y no hablaremos de cous-cous o de tintes de pelo... no hablaremos de cosas insignificantes, o no de esas...

Estoy leyendo un libro que se llama El Ministerio del Dolor, una historia "de ficción" sobre desplazados (hay que ver qué eufemismo!) por la guerra en la ex-Yugoslavia (esa, la que la hizo saltar en mil pedazos). Un grupo coincide en Amsterdam, en una clase de lengua y literatura serbocroata, y son narrados, ellos/as y sus historias, por una profesora que mira al mundo con unos ojos agudos, tristes, irónicos... de desplazada ella también por la guerra. En este libro, del que apenas llevo las 70 páginas y ya me tiene atrapada, hay un párrafo que dice:
"Los hombres eran los que más se quejaban; se quejaban eternamente. Del tiempo, del clima, del destino, de la guerra, de las injusticias que habían cometido con ellos; se lamentaban de las condiciones en los campos de refugiados, si es que estaban alojados en alguno, y si no lo estaban, se lamentaban también (...) se lamentaban sin cesar y por todo con la misma vehemencia, sin hacer distinciones. Como si la vida misma fuera un castigo, todo les escocía, les picaba, todo los ahogaba, nada les bastaba y bastante tenían ya.
Las mujeres, a diferencia de los hombres, eran invisibles. Ellas, desde la trastienda, empujaban la vida hacia delante. Remendaban los agujeros para que la vida no se derramara, ejercían la vida como el quehacer de cada día"

El quehacer de cada día. A eso se dedican las mujeres de mi barrio... todavía. Hay quien piensa que sólo hablan tonterías, pero yo pienso que hablan de la vida... O lo que para ellas es su vida... Sé que no son un gran potencial para los movimientos sociales, sí, esos que persiguen un 'otro mundo posible', no hablan de grandes valores o luchas... pero al menos, cuando las miro, sé que pertenecen, aún, al género que "no humilla a quien desea, que precisa el deseo del otro y que no produce mercancías" [1]. Y, sobre todo, cuando las miro, no siento miedo... Miedo me dan esas mujeres que cabalgan en "pro de la igualdad" a lomos de la muerte: una muerte 'democrático-occidental', 'caucásica', patriarcal, capitalista... Infame... Miedo me dan las pesadillas que ya no tienen nombre propio (Margaret Thatcher, por ejemplo) sino cargo político, estructura.
Lo logramos, chicas, estamos donde esta(ba)n (ya) ellos...


[1] esta cita pertenece a Alessandra Bocchetti.