Contrastes. Hoy iba a coger la bicicleta para ir a una cita con la que va a ser una ex compañera de trabajo. Se marcha de la organización en la que trabaja y con la que yo colaboro. Se marcha y queremos cerrar flecos antes de que eso ocurra. Cerrar flecos y saltar de alegría por su paso, su ir a encontrarse mejor. Se marcha, pero estará mejor. Sin embargo, no he cogido la bicicleta. Estoy muy cansada, y como todo es cuesta arriba, me ha dado el punto de que es mejor ir andando. No tengo ‘abono trastornos’ este mes y: ¿por qué no ir andando de Lavapiés a la Glorieta de San Bernardo? Antes he parado a desayunar en el bar, ‘mi’ bar, mi barrio... Toñete tiene una pupa en el labio. Le pregunto. Es por nervios, me dice. En breve cumple los 30 años y no se ha podido sacar la plaza de policía a la que optaba. Y cuando cumpla los 30 no se podrá presentar más. En algunos municipios por la edad, en otros porque la edad + no tener el bachiller hecho, se lo impedirá. Se cierra su opción de futuro. O así lo vive él. Le pregunto en qué ha trabajado antes de estar en el bar echando un cable a su padre. Muchas cosas, me dice. Y se pone tan nervioso de pensarlo que le digo que mejor lo dejamos, no? Aún le queda una oportunidad de presentarse, pero son algo así como 20.000 candidatos para 20 plazas, y el test de personalidad ‘no da usted el perfil’ es de lo más socorrido para tirar a 19.500 sin dar mayores explicaciones... Pero puede que no de el perfil, sí... No es lo suficientemente agresivo, y él lo sabe...
Salgo del bar. Hoy no veo por la calle a casi ninguna persona conocida. Todo son desconocidos con bolsas gigantes, comprando en las tiendas al por mayor que inundan el barrio. En la esquina de Mesón de Paredes con Tirso de Molina vuelve a estar la mujer ciega que se sienta a pedir en el bordillo de la tienda de zapatos. Estos días atrás ha estado un chaval que tenía todo el aspecto de tener más de un problema con alguna droga. Ahora ya no está. Por la tarde aparecerá la mujer mayor que vende sellos... (espero).
Sigo por Doctor Cortezo y veo a la pareja de ‘punkis’ que normalmente están en el parque de Casino La Reina con sus perros. Tres albañiles de una obra se les quedan mirando, y una vez han pasado, se ríen de ellos y murmuran entre dientes: “guarros!”...
Jacinto Benavente, una mujer negra apostada en la esquina del teatro intenta llamar la atención de un hombre negro ‘muybienvestido’ que avanza en su dirección. Él no tiene más remedio que mirarla, pero hace un gesto con la mano mientras sigue andando y le da la espalda.... Es bajito, pero camina tres palmos por encima del suelo...
Sigo avanzando y una mujer mayor clava su mirada en mis ojos. Golpea varias veces con una botella de coca-cola vacía en la pared en la que está apoyada. Dice: “tssssss!”. Ya no me mira a mí. Mira a un señor que pasa. Luego vuelve a mirarme a mí, porque sabe que la sigo mirando. Y que miro al señor que disimuladamente se acerca a ella. Vuelve a golpear con la botella en la pared, y ríe. Lleva años en esta plaza. O si no en la c/ Cruz. La sonrío y sigo caminando.
Bajo Carretas. Hay más gente ‘ociosa’ (esto es: de compras) de la que esperaba. Es miércoles por la mañana en pleno horario laboral.... Señoras enjoyadas pasean por los escaparates y manadas de adolescentes de otros países recorren el centro de Madrid gustosos. De pronto un chico se me queda mirando, sonríe y se acerca. Tardo unos segundos en reaccionar. Es uno de los chicos que han pasado por el centro donde curro. Sigue sonriendo y me da dos besos “-¡No me acuerdo de tu nombre! Joe!”, me dice, “- ¡pero me alegro tanto de verte!!!!” Yo tampoco me acuerdo del suyo, hace más de un año. Pero sé quién es... que le gusta el teatro, que tiene problemas con el alcohol, que no quería dejar los porros (pero la dopamina y la serotonina es lo que tienen, que se (des)equilibran y a veces hay efectos no deseados...), que le gusta la música, que es camionero, que llevaba mal las normas, que quería ser libre y volar.... Estamos unos 20 minutos hablando en mitad de la Puerta de Sol... llego tarde... Me tira besos al aire mientras nos alejamos el uno de la otra y yo me sumerjo en la marea humana de Preciados.
Una chica con peto verde y rastas en el pelo me para y me dice que si no tengo un minuto para Greenpeace. Un montón de ideas acuden a mi cabeza: “¡pero qué dices! ¡qué haces!, pero....” pero sólo alcanzo a balbucear que ‘ya fui socia’, frase estupenda que sirve como pocas para quitártelos de encima, que es lo que necesito en ese momento... Me cuesta respirar. Hace demasiado calor. Sigo subiendo. Sigue saliendo gente cargada de bolsas y bolsas de las tiendas, esta vez al por menor...
Un hombre sin brazos pide con el vaso agarrado con la boca.
Y la marea humana que compra cosas sigue su camino interrumpida a veces por un peto verde, o uno azul que es de ACNUR, o uno marrón de.... ah! no, ese “sólo” es un currito descargando cajas como puede entre tanta peña...
Los petos azules no me paran. No debo tener imagen de poder ayudar (con mi dinero) “a proteger y asistir a refugiados de todo el mundo”. Sin embargo, los del peto verde vuelven a intentarlo.
Llego a Callao. Cada vez me cuesta más respirar. En un quiosco de la Gran Vía hay una bufanda-bandera española con un bordado que reza: “¡Por qué no te callas!”. No la había visto hasta hoy. Quiero comprar un ‘metrobus’, pero ya no sé si los venden en los quioscos, y además no quiero acercarme a hablar con un quiosquero que tiene una bandera-bufanda española en la que pone ‘¡por qué no te callas!’.
Por fin llego a la Glorieta de San Bernardo montada en el bus 147. He pagado un euro para que me suban por una calle que es cuesta arriba pero que no llega a 1 Km. ni de coña... Un euro porque no puedo más.... Mi compañera se va de su curro. En esa organización con la que colaboro. Voy a tener que tratar directamente con el gerente de la entidad. Ella se va, y yo tendré que hablar de intervención con mujeres drogodependientes con un tipo que cuando me conoció hace tres años (cuando yo fui a reunirme con él y otros justo después de hacer un turno de noche en un piso de apoyo al tratamiento), lo primero que me dijo fue que le parecía un despilfarro que hubiese un educador/a por la noche en los pisos, que con poner un guarda de seguridad bastaba...
Tras aquella reunión para el programa que íbamos a poner en marcha y en el que yo colaboraba como ‘experta –hay que ver cómo les gusta lo de los status- en drogodependencias y género', dijeron de irnos a comer todo el ‘Comité Ejecutivo’ junto. Yo, ingenua, dije que dependía de lo que costase el menú... Se sonrieron, “claro”: lo pagaba el proyecto. Salimos a más de 20 euros por persona. Pero el despilfarro era que hubiese educadores/as en un piso por la noche...
He comido con la que va a ser mi ex compañera de trabajo en breve. Ha estado dos horas despotricando de su jefe. Ese jefe. Cuando vuelvo en el metro, aturdida, veo que una chicas se ríen de otras que van con velo en la cabeza, el jihab...
No puedo respirar...
Me siento. Y escribo. Y más tarde hablo contigo, y contigo, y contigo... Y de compartir lo que una siente, surge el poder respirar, el volver a reír, a arrinconar la angustia y entender(se), explicar(me)(lo). Sin embargo, hoy tampoco podré ver las noticias en las que nos hablan de la muerte ‘anónima’ de cientos de personas a diario, y a la par le ponen nombre y apellidos hasta ‘al vecino del bajo’ de la niñita que ha sido asesinada en Huelva y escarban todo lo que pueden en el dolor de su familia...
Pero bueno... los contrastes es lo que tienen: que se te clavan como alfileres (sobre todo si decides ir andando en vez de coger la bicicleta porque estabas cansada y todo es cuesta arriba...)
Gracias por estar ahí y mirar al mundo con vuestros ojos...
4 comentarios:
ahora me doy cuenta de lo bueno que tiene un blog: poder escribir algo que es tan complejo que no se podría contar sin que faltase algo, y si sólo fuera la segunda mirada de aquella mujer que da a la pared con su botella de plástico...
porque contar hablando, comunicando, una a lo mejor se distrae con la persona que tiene enfrente, y no es malo: es lo que tiene la comunicación, y es la diferencia a el monólogo.
me ha gustado mucho poder compartir esta larga marcha cuesta arriba por la calles de madrid, que podrían ser cualquieras calles de una ciudad cualquiera... y que sin embargo fue tu mirada por las calles de tu ciudad. gracias por poder compartir lo que ven tus ojos.
Hola guapa... sí, es lo bueno de tener un blog (ejem! quién me ha visto y quién me ve!) que aquello que escribo en servilletas de bar y papeles que luego termino perdiendo, adquiere forma para aquellas personas con las que quiero compartir estas cosas... como contigo :-)
En breve te mudas y creo que me voy a subir a esa otra ciudad de nombre imposible que tú habitas :-) porque subir y bajar la vida es mejor hacerlo siempre en compañía... besos!
Her-moza, te mando un shuia shuia - piano piano con toda la energía del mundo. Sin poder pero con mucha potencia.
Me alegró mucho encontrarte ayer, aunque prefiero hacerlo de nuevo prontito sin pacharanes en el cuerpo :)
Yo tb me mudo -de curro, casa (vamos a ser más vecinillas!), ritmo...-, y me encantaría que me acompañaras en mis nuevos rumbos.
Obvio, sin presiones. Aquí estamos pa disfrutarnos (con o sin conflictos).
Te veo (miro, toco!) en breve
La periferic-ah!
Gracias, linda. Qué bueno saberte más cerca todavía :-) Ahora sí que no tenemos excusa pa vernos! Que ya que lo mencionas: a mí me encantó verte con los pacharanes en el cuerpo hips! :-p
un bezito y claro que me tienes en tus rumbos... encantada de que estemos en el camino... guapa!
(y lo del shuia-shuia me lo aplico, que me hace falta...)
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