'¿Quién dijo que era simple?'
Tiene tantas raíces el árbol de la rabia
que a veces las ramas se quiebran
antes de dar frutos.
Sentadas en Nedicks
las mujeres se reúnen antes de marchar
hablando de las problemáticas muchachas
que contratan para quedar libres.
Un empleado casi blanco posterga
a un hermano que espera para atenderlas primero
y las damas no advierten ni rechazan
los placeres más sutiles de su esclavitud.
Pero yo que estoy limitada por mi espejo
además de por mi cama
veo causas en el color
además de en el sexo
y me siento aquí preguntándome
cuál de mis yo sobrevivirá
a todas estas liberaciones.
Audre Lorde
Ays, pues eso, que visto lo visto, pues no pude más que reir, en vez de seguir contestando en un espacio virtual (sí, sí, algo va por lo comentarios aderezados de consonantes en la entrada anterior, que los blogs pa eso están -entre otras cosas, claro- para que se hagan comentarios... pero es que a veces se me queda tan, tan lejano...), y seguir en mi caminar, y publicar de nuevo, porque me acordé de un poema, y entonces recordé (del latín re-cordis: volver a pasar por el corazón, que decía Eduardo Galeano) a una mujer, su autora, y sonreí, y surgió esta entrada... Porque escribir, pronunciarse, compartir, deviene en ser interpretada, y el sentido de aquello que escribiste se pierde... Y que no pueda la rabia, no, que sobreviva la risa, por eso no pude más que reir, porque ¿quién dijo que era simple? Porque esta entrada ya no tiene nada que ver con los comentarios a partir de los cuales recordé este poema, sino con su sentido, pero a la inversa: que no se nos quiebren las ramas antes de dar (seguir dando) los frutos...
:-)
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