<< El que viva verá. Me viene la idea de que, en secreto, persigo la historia de mi miedo. O, más exactamente, la historia de su desenfreno, más precisamente aún, de su liberación. Sí, de veras, también el miedo puede ser liberado, y en ello se ve que forma parte de todo y de todos los oprimidos (....)
La mujer libre aprende a apartar sus miedos poco importantes y a no temer al único gran miedo importante, porque ya no es demasiado orgullosa para compartirlo con otras...>>

Casandra, Christa Woolf


"¿Quiénes sois vosotros para decretar quién debería seguir vuestras normas y leyes inventadas?" Layla Anwar, Mujeres en Iraq: nubes rosas y rojas



martes, 22 de septiembre de 2009

porque tú lo vales...

mmmmm, mucho tiempo desconectada de esta ventana virtual, muchas cosas que comentar, mucha vida que reflexionar... y mucho curro!!!
Me leí Devenir Perra. Me encantó, Ana, cómo no... Y sí, varias cosas que comentar y sobre las que decir algún estupendo 'pero' de esos que nos gustan tanto, hasta en nuestros textos preferidos ;-p A ver si me subo de nuevo para esas tierras donde vives ahora y volvemos a estar juntas como si no existiese la distancia :-)
Y sí, me fui por Nafarroa... Qué tierras! qué bosques y montañas... Y volví, y de nuevo la tele, madrí, la gente... Y leí otras cosas que también me gustaron. Y curré. Y ayer me ofrecieron un móvil de 400 euros. Gratis. Con permanencia de 18 meses en una tarifa muy económica. Es grande. Tiene un montón de cosas que no necesito ni necesitaré. Pero es que es lo que te regalan. La sociedad del Libre Mercado. La sociedad de los locos si no fuera porque los locos de verdad hace tiempo que se apearon - o más bien fueron apeados a hostias - del tren, del barco, del camino...
Y es que volvía para mi casa aturdida sin saber muy bien por qué, y de pronto me encuentro con una amiga y su niña en brazos. Aturdida también. Ella sabe que ha sido por una escena que acaba de presenciar en la calle: un hombre derrumbando de una torta a otro que iba bastante bebido. Se había quedado inconsciente y parecía muerto. Finalmente resultó que no, pero el susto ahí estuvo. Hablando con ella descubro por qué estoy como atontada volviendo a casa. Y lo mío parece una tontería, claro: aturdida porque me regalan un móvil de 400 euros. Porque 'yo puedo', porque 'yo lo valgo', ¿no? En otros países no lo valen. Como decía Eduardo Galeano, ni la bala que los mata... La historia es que otro vecino que me encuentro por la calle justo viene de que le regalen ese móvil. Viene muy contento, y aunque participa en un grupo de consumo autogestionado y ecológico, ni idea de por qué ha podido aturdirme a mí la oferta de semejante cacharro en la tienda en la que acabo de preguntar... así que me ahorro la explicación. Porque él sí que lo vale, claro. Hay que aprovecharse, ¿no? Para qué preocuparse de nada más. Además, uno tan chulo lleva el mismo coltán que uno menos chulo, ¿no? Es inevitable, así que para qué el aturdimiento, o la sorpresa, o el cuestionamiento... Lo peor de todo es que luego encima me molará llevarlo y que no lo venderé para sacar pelas para el proyecto en el que estoy (que es una idea que me rondaba la cabeza)... Porque estamos en la sociedad del libre mercado y terminas convencida de que tener GPS en tu móvil te va a venir muy bien cuando te vayas de vacaciones. Cómo no. Porque tú, que consumes, lo vales...


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