<< El que viva verá. Me viene la idea de que, en secreto, persigo la historia de mi miedo. O, más exactamente, la historia de su desenfreno, más precisamente aún, de su liberación. Sí, de veras, también el miedo puede ser liberado, y en ello se ve que forma parte de todo y de todos los oprimidos (....)
La mujer libre aprende a apartar sus miedos poco importantes y a no temer al único gran miedo importante, porque ya no es demasiado orgullosa para compartirlo con otras...>>

Casandra, Christa Woolf


"¿Quiénes sois vosotros para decretar quién debería seguir vuestras normas y leyes inventadas?" Layla Anwar, Mujeres en Iraq: nubes rosas y rojas



lunes, 17 de enero de 2011

NoLogo, NoCo

una vez pasada la tormenta (la emocional autodestructiva, digo), dejo de torturarme por quedarme leyendo o haciendo sudokus o crucigramas hasta las 5:00 a.m.
porque creo que hoy no me quedaré... dejaré por fin de hacer el búho...
y porque no hay nada como meterse en vena unas buenas dosis de pensamiento concentrado en la nada (los sudokus, los crucigramas) a la par que una buena novela con una crítica al marketing, las formas del capitalismo, las relaciones (des)humanizadas entre humanos y hacia los animales... 
te devuelve de una bofetada al mundo, que buena falta te hace...

"(...) otra vez pensamientos belicosos. Vuelvo a pensar en las tarjetas de aquella tienda de dietética (*se refiere a las tarjetas colgadas en el tablón de anuncios de una tienda en la que acaba de estar la protagonista, con el número de un psicólogo, clases de reiki, de tai-chi, de yoga, de...). Pienso en las guerras en miniatura que los individuos sostienen continuamente. Luchan contra la celulitis, contra las emociones negativas, las adicciones o el estrés. Pienso en las posibilidades que ahora tenemos de alquilar todo tipo de mercenarios para ayudarnos a combatir contra nosotros mismos... terapeutas, manicuros, peluqueros, entrenadores personales, profesores de vida. Y todo ello, ¿para qué? ¿Qué se logra con todas esas guerras íntimas? Aunque también forma parte de mi vida, y quiero permanecer delgada y atractiva, que no se rían de mi por la calle y no estar tan estresada o enloquecida como para gritar en el metro, de pronto todo me parece un tanto ridículo. Cada vez que hacemos esas cosas intentamos alistarnos a una guerra mayor. Constantemente intentamos unirnos al enemigo. Es la voz del enemigo la que nos susurra que la cocina está desordenada, que el baño no brilla, que tu cabello no tiene lustre, que tus piernas no son lo suficientemente delgadas, que tu agenda no es lo bastante abultada o que tus ropas no son todo lo modernas que deberían de ser. Mis abuelos no colaboraron. ¿Cómo me pasé tan fácilmente al otro lado? Quizá porque nadie me dijo que todos estaban en guerra.
Hitler intentó imporner su brillante mundo rubio, higiénico y radiante, y se le hizo frente. ¿Por qué cuando McDonald's, Disney, The Gap, L'Oréal y otros tratan de hacer lo mismo nos limitamos a aceptarlo? Hitler necesitaba marketing, eso es todo. Su propaganda fue brillante para la época, todo el mundo lo sabe. Qué gran idea la de hacer que la gente sintiera que formaba parte de algo, que sus identidades los hacían especiales. Si Hitler hubiera podido reclutar a un equipo de marketing del siglo XXI, ¿habría sido capaz de vender el nazismo a todo el mundo? ¿por qué no? Una hermosa y esbelta mujer con el largo cabello rubio ondeando suavemente en la brisa y el lema: 'Porque yo lo valgo'. Yo lo valgo. Yo. Merezco las vidas ajenas."
Scarlett Thomas. PopCo. 2004 (viene acompañada de enigmas, números primos, fórmulas, ordenadores y misterios... Lástima de propuesta final un tanto romántica -ingenua, feliz y autocomplaciente...- como forma de resistir al sistema...) (por cierto, que acabo de leerme El fin de Mr.Y. Látima de final también....)

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